Algunos espectáculos circenses son muy
instructivos, porque presentan analogías con las victorias que el hombre debe
conseguir en su vida interior: domar tigres, leones, panteras, hacer bailar a
los osos y a los elefantes, cruzar un aro con llamas, hacer malabarismos,
lanzarse al vacío y agarrarse, caminar sobre un cable, etc.
Y precisamente, tomemos el ejemplo del
equilibrista: para mantener el equilibrio, avanza con los brazos extendidos o
sirviéndose de una larga pértiga horizontal. Continuamente, debe rectificar la
posición: hacia la derecha, hacia la izquierda, un poco más arriba, un poco más
abajo… Esta situación también es la del ser humano porque la vida es una cuerda
floja y, si no quiere caerse, debe siempre pensar en añadir un poco de aquí,
quitar un poco de allí, para mantenerse en equilibrio.
El centro del equilibrio se encuentra en
el oído, y simbólicamente la sabiduría está unida a las orejas. El sabio es
precisamente aquél que sabe mantener el equilibrio, que sabe enderezar cada vez
la situación. Y ya veis, la expresión «enderezar la situación» significa que en
la existencia, las cosas siempre tienden a inclinarse demasiado en un sentido o
en otro y que cada vez hay un equilibrio a restablecer.
Por
Omraam Mikhaël Aïvanhov
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