Para estar alegre hay que ser libre, y
para ser libre es necesario dejar de acumular cargas sobre nuestras espaldas.
La alegría va asociada a la idea de ligereza. Y ¿qué nos hace ligeros? El amor.
El amor reconforta y dilata nuestro corazón y entonces, como un globo que se
eleva en la atmósfera, nos volvemos ligeros, es decir alegres, felices. La
alegría es una de las expresiones más poéticas del amor. Cuando amáis a
alguien, basta con que oigáis pronunciar su nombre o veáis a esta persona de
lejos para que esto os vuelva felices y vuestra alma comience a cantar. Diréis
que si esta persona que amáis no os ama, verla de lejos u oír su nombre sólo
puede haceros sufrir. Es verdad, pero esto significa que el amor que sentís por
ella no es todavía el verdadero amor. El verdadero amor se basta a sí mismo, no
espera nada. Y como no espera nada, os lo da todo.
Por
Omraam Mikhaël Aïvanhov
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