“Escucha bien lo que voy a decirte, Rama, porque esta enseñanza
puede liberarte para siempre de la obscuridad de la ignorancia.
La liberación que se puede conseguir en este mundo sólo se obtiene
por nuestro propio esfuerzo. Cuando encontramos dificultades para conseguirlo,
es obvio que no hemos puesto empeño suficiente. Lo que llamamos destino es algo
ficticio que no puede demostrarse en modo alguno.
El propio esfuerzo, Rama, es una acción
mental, verbal y física conforme a la instrucción de los santos versados en las
escrituras. Sólo por un esfuerzo de este tipo llegó Indra a ser rey de los
cielos, Brahmá a ser el creador, y las demás divinidades a desempeñar su papel
en el cosmos.
Hay dos tipos de esfuerzo personal: el que es conforme a la ley
y a las escrituras, y el que es contrario a estas enseñanzas. Lo que llamamos
destino sólo es el eco del esfuerzo realizado en pasadas reencarnaciones. En la
vida presente siempre hay conflicto entre las acciones pasadas y las presentes,
pero en todo momento prevalece la acción más potente y decidida.
El esfuerzo personal no conforme con las escrituras sólo está
motivado por la ignorancia con el fin de obtener ventajas personales. Cuando
encontramos dificultad en realizar el esfuerzo correcto, debemos examinarlo con
rigor y comprobar si se trata de una acción ilusoria, en cuyo caso tenemos que
corregirla de inmediato para no envilecernos aún más. La acción correcta en el
momento presente es más poderosa que ninguna de las pasadas. Por consiguiente,
debemos recurrir al propio esfuerzo con una decisión inquebrantable y vencer
nuestro supuesto destino haciendo rechinar los dientes si es preciso.
Un hombre perezoso es peor que un asno. Nunca debemos rendirnos
a la pereza, sino perseguir tenazmente la liberación, dándonos cuenta de que la
vida se escapa en un momento. No debemos disfrutar con los placeres sensibles
que son como heridas infectadas y mal cicatrizadas.
El que cree que el destino le obliga a hacer esto o lo otro, es
un necio que pronto será abandonado por la diosa fortuna. Si persigues la
sabiduría con un esfuerzo intenso y prolongado, comprobarás que ese esfuerzo te
conduce directamente hacia la realización de la verdad.
Si en el mundo no fluyera esa perversa
fuente de dolor que llamamos pereza, ¿dónde encontraríamos pobres e ignorantes?
A causa de la pereza, la gente vive una vida tan miserable y desgraciada como
la de los animales.
El fruto es proporcional a la intensidad del esfuerzo que cada
uno ha realizado. Ese es el sentido del
esfuerzo personal o fuerza de voluntad, que los ignorantes conocen como
destino. Lo que unos llaman destino y otros, poder divino, no es más que el
resultado de nuestras acciones. Pero debes tener en cuenta que el
esfuerzo presente es mucho más poderoso que el pasado. Los que se
conforman con los frutos de las acciones pasadas creyéndolas irremediables, son
unos insensatos que no conocen la verdadera fuerza de la voluntad personal.
Si ves que tu esfuerzo queda frustrado por ese destino, que
otros llaman poder divino o providencia, debes entender que dicho esfuerzo no
ha sido suficientemente enérgico o prolongado. El hombre débil y necio, cuando
se enfrenta a alguien más fuerte y sucumbe ante él, suele atribuirlo a la
providencia.
También puede ocurrir que se consigan
metas importantes sin un esfuerzo aparente; por ejemplo, hay reinos en los que,
si el rey muere sin nombrar heredero, siguiendo antiguas tradiciones, se elige
a un mendigo como sucesor del monarca. Pero esto no es una mera casualidad ni
una providencia divina, sino el fruto del esfuerzo de ese mendigo en vidas pasadas.
A veces ocurre que los esfuerzos de un
agricultor son abortados por una tormenta de granizo; es evidente que el poder
de la tormenta es mucho mayor que el del campesino y éste debe realizar luego
un esfuerzo mucho mayor para compensar las pérdidas. Pero no debe lamentarse
por esa contrariedad. Si esos lamentos tuvieran algún sentido, todo el día
estaríamos llorando nuestra muerte inexorable. El hombre inteligente sabe
perfectamente lo que puede conseguir con su esfuerzo y lo que no puede
conseguir a pesar de todo. Por tanto es una necedad atribuir todo eso a un
agente exterior y creer que Dios nos envía tales fortunas o tales desgracias, o
en suma que hay un agente externo que determina nuestro futuro. Debemos evitar
el trato con personas tan frívolas e ignorantes.”
Extractos de "El Yoga del Sabio Vásishtha", Siglo IV a.C.
1 comentario:
Sabias palabras del deprimido Rama y más sabias aún de los sabios que le responden. Libro indispensable a pesar de sus 700 páginas.
Gracias por compartir.
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