El Libro de Salmos
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“The Bay Psalm Book” (1640)
Massachusetts, U.S.A.
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El nombre de Salmo proviene del griego psállein, que significa originariamente
tocar un instrumento de cuerda o cantar al son de dicho instrumento. Las
composiciones salmódicas son, generalmente, de índole lírico-religiosa, aunque
no falten cantos épicos y fragmentos didácticos y aun oraculares proféticos.
El texto original de los Salmos estaba
en hebreo. Los manuscritos más antiguos con los
que se cuenta y que están en esta lengua son de fines del siglo X aunque los
fragmentos que se encontraron en Qumram (Cisjordania)
sean de mediados del siglo I. Dado que se trataba de un texto muy usado con
fines litúrgicos, sufrió diversas transformaciones y cambios que hacen muy difícil
descubrir el texto hebreo que fue la fuente de las traducciones más antiguas con
que se cuenta.
Los Salmos son ante todo
composiciones poéticas, lo que quiere decir que lo intuitivo y lo afectivo
priva sobre lo lógico y didáctico. El poeta se deja llevar de impresiones
íntimas religiosas difíciles de concretar, de vivencias profundas que no
encuentran su encasillado en las estratificaciones frías y calculadas de la
razón.
Y es que la forma literaria más eficaz para guardar la memoria
de un acontecimiento y permitir su continuidad en el recuerdo es el poema. No
se trata tanto de escribir lo que pasó —lenguaje informativo— cuanto de hacer
que se sintonice con lo que pasó y permitir que se comulgue con la misma
experiencia —lenguaje de comunión. Es el deseo de compartir y, en definitiva, el
amor, lo que engendra el relato poético.
Se pueden dividir
las diversas composiciones del Salterio en las siguientes familias: salmos de
alabanza, de acción de gracias, deprecativos, de peregrinación, procesionales,
de entronización, mesiánico, imprecatorios.
Sobre la autoría de los salmos. No está
claro que todos sean obra de David. La crítica textual ha
intentado descubrir las influencias dentro de los salmos para poder ofrecer
algún dato, aunque sea mínimo, sobre sus posibles autores y mucho más del
período dentro del desarrollo religioso en Israel. Se pueden encontrar varios
autores aparte de David: Moisés, Asaf, Herman,
los
hijos de Core, Salomón, Etan y Jedutum
y algunos de ellos sin determinar a los que se llaman Salmos Huérfanos.
La literatura y la música han recogido
en muchos momentos y de muy diferentes formas los salmos, especialmente algunos
de ellos. El salmo Miserere por
ejemplo va a alcanzar una relevante recepción: Orlando di Lasso, Giovanni
Pierluigi da Palestrina o Gregorio Allegri le dedicarán sendas
composiciones. Muchos de los coros en La
Creación, oratorio de Joseph Haydn, están basados en salmos. Ya
en el siglo XX, Ígor Stravinski escribirá una Sinfonía de los Salmos (1930)
para coro y orquesta. Leonard Bernstein compondrá en 1965
los Chichester Psalms.
Salmo 23
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“El Buen Pastor” de B.E. Murillo (1660) |
En la Liturgia cristiana se lee como salmo responsorial en
distintas fiestas del Señor y se propone para todo tipo de celebraciones (bautizos,
matrimonios, funerales, etc.). Es un texto hermoso y poético, que nos habla de
la ternura de Yavé (“Yo Soy el que Yo Soy”) y de los sentimientos que
experimenta quien se encuentra con Él: alegría, paz, seguridad, confianza,
plenitud de vida.
Es Yahveh mi pastor, nada me falta.
Es Yahveh mi pastor, nada me falta.
Por prados de fresca hierba me apacienta;
Hacia las aguas de reposo me conduce;
Y conforta mi alma;
Me guía por senderos de justicia, en gracia de su nombre.
Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré,
Porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan.
Tú preparas ante mí una mesa frente a mis adversarios;
Unges con óleo mi cabeza; rebosante está mi copa.
Sí, dicha y gracia me acompañarán todos los días de mi vida;
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