En el verano de 1948, el poeta andaluz
Juan Ramón Jiménez, con 67 años de edad y durante un viaje por barco de
Argentina a los Estados Unidos de América, donde radica desde 1936 a causa de
la Guerra Civil española, goza una experiencia mística que lo llevará a
definirse como "animal de fondo". El poeta escribe e inmortaliza ese
momento de éxtasis en una serie de 29 poemas que en esencia cantan a lo mismo:
a un estado de gracia alcanzado.
En 1949, las poesías son reunidas en un
libro publicado en la ciudad de Buenos Aires por la editorial Pleamar. El poema
que figura en el último lugar de la serie lleva por título "Soy animal de
fondo", casi tomado al pie para nombrar el libro: Animal de fondo.
También, durante ese año, aparece la Tercera Antología de la obra de Juan
Ramón Jiménez, donde el mismo libro antes mencionado ahora se presenta
como “Dios deseado y deseante”, conteniendo dos partes: la primera,
"Animal de fondo" y la segunda, "Dios deseado y deseante",
conformada ésta por siete poemas, donde el tono y carácter sufren una
modificación que los hace hablar con añoranza de aquel estado del alma en algún
instante logrado.
“Soy Animal de Fondo”
Por Juan Ramón Jiménez
“En el fondo de aire”
(dije) “estoy”,
(dije) “soy animal de fondo
de aire" (sobre tierra),
ahora sobre mar; pasado,
como el aire, por un sol
que es carbón allá arriba,
mi fuera, y me ilumina
con su carbón el ámbito
segundo destinado.
Pero tú, dios, también
estás en este fondo
y a esta luz ves, venida de
otro astro;
tú estás y eres
lo grande y lo pequeño que
yo soy,
en una proporción que es esta
mía,
infinita hacia un fondo
que es el pozo sagrado de
mí mismo.
Y en este pozo estabas
antes tú
con la flor, con la
golondrina, el toro
y el agua; con la aurora
en un llegar carmín de vida
renovada;
con el poniente, en un huir
de oro de gloria.
En este pozo diario estabas
tú conmigo,
conmigo niño, joven, mayor,
y yo me ahogaba
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sin saberte, me ahogaba sin
pensar en ti.
Este pozo que era, sólo y
nada más ni menos,
que el centro de la tierra
y de su vida.
Y tú eras en el pozo mágico
el destino
de todos los destinos de la
sensualidad hermosa
que sabe que el gozar en
plenitud
de conciencia amadora,
es la virtud mayor que nos
trasciende.
Lo eras para hacerme pensar
que tú eras tú,
para hacerme sentir que yo
era tú,
para hacerme gozar que tú
eras yo,
para hacerme gritar que yo
era yo
en el fondo de aire en
donde estoy,
donde soy animal de fondo
de aire
con alas que no vuelan en
el aire,
que vuelan en la luz de la
conciencia
mayor que todo el sueño
de eternidades e infinitos
que están después, sin más
que ahora yo, del aire.
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La Verdadera Belleza
Si los humanos se obstinan en cerrar los
ojos ante el mundo espiritual, la verdadera poesía, la verdadera belleza,
abandonarán la tierra. ¿Y qué les reemplazará? Entonces sólo veremos
cementerios, prisiones y un inmenso parque zoológico dónde unos animales serán
los guardianes de otros animales. ¡Y qué animales!
El verdadero arte es aquél que extrae su
inspiración del mundo de la luz. Tener un alto ideal, el más alto ideal, es el
mejor medio para entrar en contacto con este mundo de luz. Este más alto ideal
es necesariamente inaccesible, pero necesitamos un objetivo que se sitúe en el
infinito. De esta forma, en el camino que seguiremos para acercarnos a él, se
tejerán innumerables vínculos entre nosotros y todo el universo; y tendremos la
eternidad para pasar por todas las estaciones de la abundancia, de la riqueza,
de la alegría, de la luz y del verdadero saber.
Por Omraam Mikhaël
Aïvanhov
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