extractos del CAPÍTULO 5:
¿LA FE MUEVE MONTAÑAS? ¿POR QUÉ, Y
CÓMO?
del lIBRO “METAFÍSICA 4 EN 1, VOL. 1”
DE CONNY MÉNDEZ
Todo el
mundo conoce el dicho y lo repite a menudo; lo repite como un loro, pues no sabe
en realidad lo que significa ni por qué ni cómo es eso: LA FE MUEVE MONTAÑAS.
Pocos saben
que el temor también mueve montañas. EL TEMOR Y LA FE SON UNA MISMA
FUERZA. EL TEMOR ES NEGATIVO Y LA FE ES POSITIVA. El temor es fe en el mal. O
sea, la convicción de que va a ocurrir lo malo. LA FE ES LA CONVICCIÓN DE QUE
LO QUE VA A OCURRIR ES BUENO, O QUE VA A TERMINAR BIEN. El temor y la fe son
las dos caras de una misma medalla.
Fíjate bien.
Tú jamás temes que te vaya a suceder algo bueno. Ni tampoco dices jamás: “tengo
fe en que te va a ocurrir lo malo”. La fe siempre se asocia a algo que
deseamos; y no creo que tú desees el mal para ti! A éste le temes, ¿no es así?
Todo lo que tú temes lo atraes y te ocurre. Ahora que, cuando te ocurre, generalmente dices con aire
triunfante: “¡Ajá, yo lo sabía! Lo presentí”, y sales corriendo a contarlo y
repetirlo como para lucir tus dotes de clarividente. Y lo que en realidad ha
sucedido es que lo pensaste con temor. ¿Lo presentiste? Claro. Lo presentiste.
Tú mismo lo estás diciendo. YA SABES QUE TODO LO QUE SE PIENSA SINTIENDO AL
MISMO TIEMPO UNA EMOCIÓN SE MANIFIESTA O SE ATRAE. Tú lo anticipaste y lo
esperaste. Anticipar y esperar es FE.
Ahora fíjate
que todo lo que tú esperas con FE te viene, te sucede. Entonces, si sabes que
esto es así, ¿qué te impide usar la FE para todo lo que tú desees?, ¿amor,
dinero, salud, etc.? Es una Ley Natural. Es una Ordenanza Divina. El Cristo lo
enseñó con las siguientes palabras que conoces: “TODO LO QUE PIDIÉREIS EN ORACIÓN, CREYENDO, LO RECIBIRÉIS”. No lo
he inventado yo. Está en el capítulo Nº21, versículo 22 de San Mateo. Y San
Marcos lo expresa más claro aún: “TODO
LO QUE PIDIÉREIS ORANDO, CREED QUE LO RECIBIRÉIS Y OS VENDRÁ”. San Pablo lo
dice en palabras que no tienen otra interpretación: “LA FE ES LA CERTEZA DE LO
QUE SE ESPERA, LA CONVICCIÓN DE LO QUE SE VE”. Más arriba te dije que la fe es
la convicción del bien.
Ahora te
diré que LA CONVICCIÓN VIENE POR EL CONOCIMIENTO. Supongamos que tú vives en la
provincia y que jamás has ido a la capital. Quieres ir a la capital, y tomas el
tren, el auto o el avión. Sabes dónde queda la capital y cómo dirigirte a ella.
Un día te diriges hacia la capital y utilizas la forma de conducción que mejor
te convenga, pero por el camino no vas temiendo desviarte hacia la luna ¿No? Si
fueras un indio salvaje podrías estar temblando de pavor por desconocer
totalmente lo que está pasando. Pero siendo una persona civilizada, vas
tranquilo, sabiendo que a tal o cual hora llegarás a la capital. ¿Qué es? O
¿qué te da esta FE? El CONOCIMIENTO.
La
ignorancia de los Principios de la Creación es lo que hace que el mundo tema el
mal, no sepa emplear la fe, ni siquiera lo que ella es.
LA FE ES
CONVICCIÓN, seguridad; pero éstas tienen que estar basadas en el conocimiento
de algo. Conoces que existe la capital y vas hacia ella. Por eso sabes que no
irás a parar a la luna.
Ahora sabes
que cuando deseas algo, si temes no obtenerlo, no lo obtendrás. Si lo niegas
antes de recibirlo, como en el ejemplo dado ya de la oración que dirige a Dios
la generalidad de los humanos: “Dios mío concédeme tal cosa, aunque sé que no
me lo darás porque vas a pensar que no me conviene”; no lo obtendrás porque de
antemano lo negaste. ¡Has confesado que no lo esperas!
Déjame darte
la FÓRMULA METAFÍSICA para obtener cualquier cosa que uno desee. Es una
fórmula. Hay que emplearla para todo.
Compruébala por ti mismo. No me lo creas ciegamente.
«YO DESEO
TAL COSA. EN ARMONÍA PARA TODO EL MUNDO Y DE ACUERDO CON LA VOLUNTAD DIVINA.
BAJO LA GRACIA Y DE MANERA PERFECTA. GRACIAS PADRE QUE YA ME OÍSTE.»
Ahora no dudes por un solo instante. Has
empleado la fórmula mágica. Has cumplido con toda la Ley y no tardarás en ver
tu deseo manifestado. Ten paciencia. MIENTRAS MÁS TRANQUILO ESPERES, MÁS PRONTO
VERÁS EL RESULTADO. La impaciencia, la tensión y el ponerse a empujar mentalmente destruyen el
tratamiento (la fórmula es lo que en metafísica se llama “un TRATAMIENTO”).
Para que sepas
lo que has hecho al repetir la fórmula, te voy a explicar el proceso
detalladamente. Al tú decir “EN ARMONÍA PARA TODO EL MUNDO” has eliminado todo
peligro de que tu conveniencia perjudique a otro, como tampoco se te hace
posible desear un mal para otro. Al decir “DE ACUERDO CON LA VOLUNTAD DIVINA”,
si lo que tú deseas es menos que perfecto para ti, verás suceder algo mucho
mejor de lo que tú esperabas; en este caso significa que lo que estabas
deseando no lo ibas a encontrar suficiente, o no te iba a resultar tan bueno
como tú pensabas: la Voluntad de Dios es perfecta.
El tú decir
“bajo la Gracia y de Manera Perfecta” encierra un secreto maravilloso. Pero
déjame darte un ejemplo de lo que ocurre cuando no se sabe pedir bajo la Gracia
y Perfección. Una señora necesitaba urgentemente una suma de dinero, y la pidió
asimismo: para el día 15 del mes. Tenía absoluta fe de que la recibiría, pero
su egoísmo e indiferencia no le inspiró pedirla con alguna consideración para
nadie más. Al día siguiente un automóvil estropeó a su hija, y el día 15 del
mes recibió la suma exacta que ella había pedido; se la pagó la Compañía de
Seguros por el accidente de su hija; ella trabajó contra la Ley y contra ella
misma.
Pedir “BAJO
LA GRACIA Y DE MANERA PERFECTA” es trabajar con la Ley Espiritual, la Ley de
Dios que se manifiesta siempre en el Plano Espiritual. Allí –en el plano
espiritual– todo es Perfecto, sin obstáculos, sin inconvenientes, sin tropiezos
ni daños para alguno, sin luchas ni esfuerzos, “suavecito, suavecito”, todo con
gran Amor, y esa es nuestra Verdad. Esa es la Verdad que al ser conocida nos
hace libres.
“GRACIAS,
PADRE, QUE YA ME OÍSTE” es la expresión más alta de FE que podamos abrigar.
Jesús la enseñó y la aplicaba en todo, desde antes de partir el pan con que
alimentó a cinco mil, hasta para decir cómo transformar el vino en su sangre; dando
gracias al Padre antes de ver la manifestación.
Como irás
viendo, todo lo que enseñó Jesús fue metafísico.
Todo lo que
tú desees, todo lo que vayas necesitando lo puedes manifestar. El Padre todo lo
ha previsto ya, todo lo ha dado ya, pero hay que irlo pidiendo a medida que se
sienta la necesidad. Sólo tienes que recordar que no puedes pedir mal para otro
porque se te devuelve a ti, y todo lo que pidas para ti debes pedirlo también
para toda la Humanidad porque todos somos hijos del mismo Padre.
Por ejemplo,
pide grande. El Padre es muy rico y no le gusta la mezquindad. ¡No digas “Ay,
Papá Dios, dame una casita; sólo te pido una casita, aunque no sea sino
chiquitita”, cuando la realidad es que tú necesitas una casa muy grande porque
tu familia es numerosa! No recibirás sino lo que pides. Pide así:
«PADRE, DAME A MÍ Y A TODA LA HUMANIDAD,
TODAS LAS MARAVILLAS DE TU REINO».
Ahora haz tu lista.
Para ir
fortificando la FE, haz una lista de cosas que deseas o que necesitas; enumera
los objetos o las cosas. Al lado de esta lista haz otra enumerando cosas que
deseas ver desaparecer, o bien en ti mismo o en lo exterior. En el mismo papel
escribe la FÓRMULA que ya te di más arriba. Ahora, lee tu papel todas las
noches. No debes sentir la menor duda. Da las gracias de nuevo
cuantas veces pienses en lo que has escrito. A medida que veas que se te
van realizando las cosas enumeradas, ve tachándolas. Y al final, cuando
las veas realizadas todas, no vayas a ser tan mal agradecido de pensar: “tal
vez se me iban a dar de todas maneras”, porque es mentira. Se te dieron
porque las pediste correctamente. Lo exterior se acomodó para dejártelas
pasar.
Como ya
estás muy habituado a sentir temor por una variedad de razones, cada vez que
te encuentres atacado por un temor, repite la fórmula siguiente, que te irá
borrando el reflejo que tienes grabado en el subconsciente:
«YO NO TENGO MIEDO. NO QUIERO EL TEMOR. DIOS ES AMOR Y EN TODA
LA CREACIÓN NO HAY NADA A QUÉ TEMER. YO TENGO FE. QUIERO SENTIR FE».
Un gran
Maestro decía “lo único que se debe temer es al temor”. La fórmula la debes
repetir aun cuando estés temblando de terror. En ese momento, con mayor razón.
Solamente el deseo de no temer y el deseo de tener FE bastan para cancelar
todos los efectos del temor, y para situarnos en el polo positivo de la fe.
Supongo que
ya tú conoces el principio psicológico que dice, que CUANDO SE BORRA UNA COSTUMBRE HAY QUE SUSTITUIRLA POR OTRA.
Cada vez que
se niega o se rechaza una idea cristalizada en el subconsciente, se borra ésta
un poquito. El pequeño vacío que así se hace, hay que llenarlo inmediatamente
con una idea contraria. Si no, el vacío atraerá ideas de la misma clase y que
siempre están suspendidas en la atmósfera, pensadas por otros. Poco a poco irás
viendo que tus temores desaparecen, si es que tienes la voluntad de ser
constante, repitiendo la fórmula en todas las circunstancias que se vayan
presentando.
Poco a poco
irás viendo que únicamente te sucederán las cosas como tú las deseas. “POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS”, dijo
Jesús.
Este gran
instrumento –“EL PODER DEL DECRETO”– se presenta a nuestra atención en aquella
extraordinaria historia de la Creación que encontramos en los dos primeros
capítulos del Génesis en la Biblia. Yo sugiero que tomes tiempo ahora para leer
este maravilloso relato. Mientras lees te darás cuenta que el hombre –es decir,
tú y yo– no fue creado para ser la pieza de juego de las circunstancias, la
víctima de las condiciones o un títere movido de un lado para otro por poderes
fuera de su dominio. En lugar de esto encontramos que el hombre ocupa el
pináculo de la Creación; que, lejos de ser lo más insignificante del Universo
es, por la misma naturaleza de los poderes que le ha dado su Creador, la
suprema autoridad designada por Dios para regir la Tierra y toda cosa creada. EL
HOMBRE ESTÁ DOTADO DE LOS PODERES MISMOS DEL CREADOR PORQUE ES “HECHO A SU
IMAGEN Y SEGÚN SU SEMEJANZA”. El hombre es el instrumento por medio del cual la
sabiduría, el amor, la vida y el poder del Creador Espíritu, se expresa en
plenitud.
Dios situó
al hombre en un Universo respondedor y obediente –incluyendo su cuerpo, sus
asuntos, su ambiente– que no tiene otra alternativa que llevar a efecto los
edictos o decretos de su Suprema Autoridad.
EL PODER DE
DECRETAR ES ABSOLUTO EN EL HOMBRE; el dominio que Dios le dio, irrevocable; y
aunque la Naturaleza básica del Universo es buena en la evaluación del Creador,
puede aparecer ante el hombre solamente como él decrete que aparezca. Vemos que
mientras el hombre fue obediente a su Creador, mantuvo su poder de pensar y
hacer decretos a tono con el Espíritu del Bien que es la estructura de la
Creación, vivió en un universo de bien, un “Jardín del Edén”. Pero cuando el hombre
“cayó” al comer del árbol del conocimiento y usar sus poderes en el bien y en
el mal – lo que como agente libre podía hacer – inmediatamente encontró sudor y
cardos mezclados con su pan de cada día. Desde la “caída” el hombre se ha
atareado declarando su mundo bueno o malo y sus experiencias han sido de
acuerdo con sus decretos. Esto demuestra evidentemente cómo responde el
Universo y cuán completos y de largo alcance son el dominio y la autoridad del
hombre.
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